POTOSÍ. VILLA BARROCA Y APOSTÓLICA.


         Igual que en Sucre, hay más iglesias que calles en Potosí; pero aquí mantienen una desgastada solera primitiva, lo que te permite intuir mejor su pasado. Expoliada en la república gran parte de la riqueza artística y material de sus templos, al ser expulsadas de la ciudad las órdenes religiosas. Algunas no regresaron y sus edificios fueron abandonados, otros volvieron encontrándose sus muros vacíos y deteriorados.

La falta de recursos para su conservación, particulares y municipales, comportó su degadez.




Dada la hora y el ser día festivo casi todos los monumentos los encontraría cerrados, por lo que fueron fachadas y calles lo que mejor puedo documentar del paseo, por otra parte espléndido. 


Una atmósfera colonial de humildes casas salpicada por un barroco mestizo floreciente en talla, decoraciones y fachadas de iglesias y casonas neoclásicas o renacentistas, espacios que evocan en su decadencia un rico pasado en el que la huella del paso del tiempo manifiesta con crudeza su abandono, especialmente conforme te alejas del reducido y reformado cuadrante colonial del centro histórico español.




Templo de San Juan de Dios


Inicié el recorrido ascendiendo por la  calle Chuquisaca hacia el encuentro con el templo de San Juan de Dios

Esta orden hospitalaria desembarcó a principios del siglo XVII en Potosí. Fundando el convento hospital en 1610, ocho décadas después se renovaría el techo que aún hoy se puede contemplar. 


La iglesia es de una sola nave y sin crucero con sencilla portada en estrecho pasillo bajo una singular espadaña de tres campanas, la otra entrada por la animada calle Tarija está tapiada.

En su rico interior, recientemente acabadas las obras de restauración, destaca el retablo de la nave principal y las tallas adyacentes. Aún mantiene pinturas murales por descubrir, pero la falta de recursos ha limitado los costosos trabajos de recuperación.


Cuentan que la Iglesia fue una de las de mayor costo de construcción, albergando gran riqueza interior, con decenas de lámparas y ornamentos en plata que hoy han desaparecido. 


Continué por la misma calle unos metros hasta encontrarme a la derecha con el trabajado portalón, denotando el poderío de la que fue casona de Francisco Gómez la Rocha, del que hablé en la casa de la moneda.

El singular portalón, con robustas y sinuosas columnas y un particular neoclacisimo republicano, denota que se hicieron reformas posiblemente a mediados del s. XIX, pero es pura especulación ya que no encontré referencias.


Regresé sobre mis pasos hasta la primera esquina de calle La Paz y por ella conduje mis pasos unas manzanas hasta encontrarme, haciendo esquina con la calle Ayacucho, la casona de la condesa de Lizarazu.

Un apellido navarro que tendría mucha relevancia en Potosí (más tarde en Quito) y muy unido con la historia de la casa de la moneda.   






A una manzana, en una esquina se tropieza la mirada con elbalcón del ahorcado”. Es un clásico balcón colonial potosino esquinero de madera de una casa de dos plantas, con una viga pronunciada, de la cual según parece amanecían colgados miembros de ambos bandos en la guerra entre Vicuñas y Vascongados. Un conflicto que duró tres años y llegó a ser bastante cruento, entre la poderosa mafia vasca y una alianza, los vicuñas, de otras menores de varias regiones españolas, por el control de la plata de Potosí.


Según la leyenda popular, que parece más una fábula, se le atribuye el nombre al balcón, por haberse colgado de una viga interior de la casa el propietario, desesperado por haber llegado a la indigencia; una vez ahogado la viga se quebró y de su interior hueco cayeron gran cantidad monedas de oro, que allí habían sido escondidas en tiempos anteriores.



Iglesia de Sana Martín


Por la derecha ascendí por la calle Hoyos, a un par de largas manzanas se encuentra la iglesia de San Martín (1592). 

Observando cerrado su humilde portalón, no entendí delante su fachada renacentista y tejado a dos aguas la belleza que se le otorgaba. 

Al ver que una pareja de locales abría el portalón y entraba, me dispuse a hacer lo mismo. 

El templo estaba abarrotado y por lo que me pareció se estaba celebrando un sepelio. Un señor al lado de la pila bautismal me indicó que no podía hacer fotos.

La humildad de su fachada contrastaba con su interior, para algunos el más bello de Potosí, pero es indiscutible que es mejor conservado en su raíz primigenia colonial, especialmente su nave y presbiterio. 


Sencillamente preciosa. Sin poder visitar de cerca su interior, anduve encandilado un buen rato.





Hice un pequeño rodeo para bajar por la calle Bolívar en la que se encuentra, a una altura cercana a la iglesia de San Martín, la simpática 


iglesia de la Merced. 


La orden de los Mercedarios se ubicó en Potosí en 1555, terminando el  templo en 1687. La portada de la nave labrada en piedra es barroca y su composición se asemeja a un retablo. En el arco de medio punto se ve el escudo de la Orden catalana.

 Los dos elementos más destacados de la iglesia son su impresionante artesonado de carácter mudéjar y las muestras de pintura mural en el coro; se dice que conserva en sus paredes la pintura mural andina más antigua.




Continuando  por la calle Bolívar, pasado el cruce con la calle La Paz. Se encuentra a la derecha la casona de los tres portalones, con eclécticos, variados y ostentosos portalones. Lo que en su tiempo fue un beatorio para mujeres indígenas de los franciscanos, hoy es un hotel con el mismo nombre.




 Expléndida balconada. 



Retrocedí hasta la calle La Paz, y continuando por ella me dirigí hasta la 


iglesia y monasterio de Santa Mónica. 


Humilde y sobria es la iglesia con fachada rojiza y techo a dos aguas, acompañada por una alta torre rematada con una curiosa cúpula con aire bizantino.


El Monasterio de Nuestra Señora de los Remedios, de la Orden de San Agustín, conocido por "Santa Mónica", inició su construcción en 1648, siendo en 1652 ocupados.


En el 2016 se habían iniciado obras para su restauración, su fachada parecía haber sido pintada, pero por lo que parece su interior aún andaba en reformas, aunque todos indicaban que sería pronta su apertura al público.


El monasterio estuvo muy vinculado con la música sacra, una de las joyas  instruméntales conservadas es su famoso órgano, una historia interesante que os dejo en este enlace. 





Iglesia y convento de San Agustín 


        Por calle Chacón retomaría la animada calle Bolívar, admirando a los pocos metros la portada de la Iglesia del santo que llegó a ser el patrono de la ciudad, antes de que los Agustinos pensaran en pisarla. 


Cuando lo hicieron fueron recibidos con gran pompa y júbilo, en agradecimiento acabaron con El espléndido templo de Copacabana y levantaron el convento e iglesia de San Agustín. También construyeron dos monasterios de monjas, uno de ellos Santa Mónica.


Según el cronista Calancha, predicador en la Villa Imperial, escribe que los  agustinos se enfrentaron con el poder virreinal convirtiéndose en los mayores protectores del indio, creo interesante reflejar sus palabras:

Pero, más indios que metales han molido los ingenios, pues cada peso que se acuña cuesta diez indios, que se mueren, en las entrañas del monte resuenan los ecos, de los golpes de unos gemidos de otros, semejan los ruidos al horrible rumor de los infiernos”.


En este sentido y con voto de pobreza los agustinos pronto se convirtieron en los elegidos por el  indígena y el pobre. Cuantiosos milagros, según dicen, hizo San Agustín en la ciudad, junto con su promocionada Virgen de la Candelaria, lo que les haría intocables, aunque tampoco atendieron demasiado sus demandas.


Los agustinos es una orden relacionada con los Vascos del señorio de Viscaya (prov. Guipúzcoa), quienes  financiaron la construcción de los templos en Potosí y grabaron sus escudos y el del reino al que pertenecían, considerándose entonces independientes, igual que el resto de reinos de España. Igual lo podemos ver en las fachadas de los conventos e iglesias Mercedarias respecto al reino de Cataluña Aragón.


Una vez expulsados los Agustinos por la república nunca más regresaron, el convento quedó en el abandono y padeció un total saqueo.


De lo que fue el templo, convento y capilla de Nuestra Señora de Aránzazu, patrona de los vascongados, tan solo queda la nave, con la cubierta gran parte derrumbada, habiendo perdido su magnífico artesonado mudéjar. El claustro es de propiedad privada, por lo único valioso que conserva es la excelente y sobria portada manierista, franqueada por columnas jónicas con cuatro hornacinas de 1612 y las criptas en el presbiterio. 






Desde  allí  retrocedí unos pasos para incorporarme a la calle Junín, calle central de ese cuadrante de cuatro manzanas delante de la casa de la moneda, que al menos para mí, es el más bonito de la ciudad, dada la cantidad de viviendas con planta colonial de las que de sus fachadas de variado colorido cuelgan hermosos balcones y celosías, unos restaurados, otros en proceso. 




Bellísimo portalón de piedra labrada, hoy del Banco Nacional, en la calle Junín.


Monasterio e iglesia de Santa Teresa (1692) 

Al llegar a la plaza Mayor, bajé por Ayacucho hasta encontrarme con otro convento de clausura, en este caso por las Carmelitas Descalzas bajo la regla de Santa Teresa de Jesús.


Sería el único convento que podría visitar en domingo, pero tener en cuenta que es a primera hora de la tarde y muy corto su periodo de abertura. 

Las visitas son guiadas y por lo tanto se tiene que esperar el completar el  grupo, con una duración de 45 m. Costaba: extranjeros 30 bs.nacionales 11 bs., niños extranj. 11 bs., nacion. 6 bs. Fotografía 30 bs. 

De lunes a sábados de 9.00 h. a 12.00 h., y de 14.00 h. a 18.00 h., domingos y festivos de 15.00 h. a 16.30 h.


Su portalón y campanario barroco de la única nave son de notable belleza y sobria factura. La portada barroca mestiza labrada en piedra tiene un arco medio punta flanqueado por dos columnas de capitel corintio, está coronado por tres hornacinas entre columnas dóricas. Una alta y elegante espadaña de tres campanas completa la hermosa fachada.


En la portería del convento cuelgan los retratos de ricos matrimonios vascos patrocinadores de la construcción del convento. Según me explicaron, volviendo a la importancia en Potosí de los señoríos vascos, los nobles pagaban 20 mil monedas de oro (un equivalente a un millón de dólares ) o su valor en especies, para que entraran una de sus hijas en el convento.


Desde 1976 este convento funciona como Museo, considerándose uno de los mejores de arte sacro de toda Latinoamérica.


Preciosa la ermita de la Inmaculada Concepción con su artesonado mudéjar considerado uno de los más singulares de Bolivia. En el interior de la Iglesia destaca la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de la orden, acompañada por Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz. 


En la parte del coro bajo se conservan la sillería, un interesante retablo con relieves, y debajo se hallan sus catacumbas, sepulcro de monjas e ilustres aristócratas.

 Los restos de la madre fundadora María Josefa de Jesús, se conservan momificados, pero aquí también se guardan los restos, dentro de un féretro con incrustaciones de oro y sello real, del príncipe Infante Francisco de Paula Sanz

Nació en España (Málaga, 1745), hijo del rey Carlos III de España y Cecilia de Lafita (princesa de Nápoles). Llegó a Buenos Aires como Gobernador Intendente a los 38 años. Cinco años después sería nombrado Gobernador de Potosí. 

En 1810, en el primer levantamiento republicano sería apresado y más tarde condenado, siendo fusilado en el atrio de la Catedral, frente a la Plaza Mayor, de la que dejaría con él de ser villa imperial.


Os recuerdo que no hubo cementerio en Potosí hasta llegar la república, por lo que las personalidades, marqueses, condes, gobernadores...., están enterrados todos en las iglesias de la ciudad, si queréis conocer el paradero de las más ilustres personalidades os remito a este link.


Cuenta con dos claustros, uno mantiene la sencillez y belleza colonial con columnas de madera. En el segundo patio se encuentran rodeándolo las 21 celdas de las religiosas (nunca se excedió de este número).

Hermosas la sala de la Virgen niña, la de Belén, etc..., pero no dejéis de entreteneros en curiosear en la gran cantidad de obras de arte (pintura y escultura) y elementos, desde joyas y reliquias sacras a utilitarios, que nos acercan a esa lujosa y aislada vida mística. 


Muy interesante, pero presionar para que os cuente la guía curiosidades y leyendas que rodean la historia humana de estos objetos. 


Me olvidaba de mencionar su elegante y nutrida biblioteca, que junto con su sillería policromada, contiene, entre otras obras añejas, una compuesta por 21 textos (curiosa la repetición de este número mágico), escritos en español antiguo del siglo XVI sobre episodios bíblicos.





El “arco de cobija”  


      Desde Santa Teresa la calzada dejó de ser llana o en bajada, para retomar la ascensión.De todas maneras me sentía mucho mejor que ayer y en tranquilo resople logré subir el repecho, llegando al arco, con columnas salomónicas, más antiguo de la ciudad (mediados del s. XVIII), llamada la ubicación puerto de Magdalena de Cobija. Fue la entrada por el sur de la ciudad y límite entre la ciudad española con la de los indios. Se dice que de aquí partían hacia la costa las caravanas de llamas transportando la plata.


Desde aquí se obtiene una bella postal del Cerro Rico dentro del arco, a sus pies la tranquilidad reinaba en la ciudad, era domingo.




Iglesia y convento de los Dominicos

           

Subiendo por la calle Cobija, a mano derecha, está la  iglesia de Santo Domingo de Pádua y el convento de los Dominicos.


Los Dominicos fueron la segunda orden en establecerse en la ciudad en 1553. Las remodelaciones interiores del monasterio corresponden al siglo XIX, una vez regresan del exilio, introduciendo en las reformas el neoclásico en el retablo mayor, las capillas del crucero y el púlpito de la Iglesia.


La portada del templo es renacentista con arco de medio punto, se halla flanqueada por dos columnas dóricas y en las alturas hay un friso con ángeles. Cuenta con una preciosa espadaña de seis campanas. En gran parte de la fachada frontal, se aprecia desnudo el muro original, una composición pétrea que lo hacía singular y en mi opinión, mostraba hermosa su autenticidad, superando al enlucido y pintado que reviste el resto del edificio.

Tengo que decir que en ese momento (10/ 2017) no supe si se podía visitar, dado que decían estar arreglando una parte del convento. Meses más tarde observé que formaba parte su visita en los circuitos por la ciudad, pero no sería hasta 2019 que el municipio no declararía Patrimonio Cultural al convento. Una designación muy importante si se quiere recibir ayudas para mantener el patrimonio, lo que no entiendo es que se tardara tanto.


Delante de la Iglesia hay una  plazuela que por un lateral se accede a un pasaje llamado “callejón de la oreja”, mantenía una decoración empedrada del suelo muy singular y bonita.

Más tarde conocería la leyenda que da nombre a esta calle, aunque según me dijeron los dramáticos acontecimientos ocurrieron en otra. 

En un duelo con florete se enfrentaron Antonio, hijo del gobernador y prometido por acuerdo del padre con María, contra el auténtico amor de la muchacha: Manuel. En el duelo quedó éste muy mal herido y Antonio perdió la oreja. Maria hizo la promesa de no volver a estar con Manuel con tal de que se curase. Entrando para ello en el convento de Santa Teresa. Antonio el desorejado se fue a La Paz y allí se casaría. Manuel regresó a España y poco ya se sabe de su vida.  

    

Retomando la marcha, a unas cuatro manzanas recorriendo la calla Lanza y seguidamente ascendiendo por la calle Nogales, se llega al convento más antiguo de Potosí y posiblemente junto con su iglesia, el conjunto monacal más importante de la ciudad.




Iglesia y convento de San Francisco


El patrocinador de la primera iglesia fue el general Pedro de Hinojosa. Conquistador del Perú a la orden del entonces rebelde Gonzalo Pizarro, dirigiendo parte de la flota rebelde se pasaría a los realistas y precisamente por sus victorias contra los Pizarristas sería recompensado con la mina del Potosí. Al ser nombrado nombrado Corregidor y Justicia Mayor de La Plata, solicitó la presencia de los franciscanos en Potosí. Sería asesinado un año después de concluirse la primera obra (1553).


Se erigiría el primer monasterio de Bolivia, pero a los 75 años hubo una gran inundación, en la que murieron alrededor de 3000 personas y arrasó gran parte de la ciudad, dejando al convento e iglesia gravemente afectados. No sería hasta principios del siglo XVIII que no comenzarían las obras del actual templo y convento, que duraría casi dos décadas e intervendrían los mejores arquitectos de la época. 


Los franciscanos fueron expulsados durante casi 30 años al proclamarse la república, pero volvieron gloriosos y aplaudidos por la población a su convento.


Las visitas son guiadas en grupo y en una duración de 1 h.  Costaba para extranjeros 20 bs. (2,50€.) Los nacionales  15 bs., los niños 5 bs.

El horario de visitas de lunes a viernes, a las 8.30, 9.30, 11.00, 15.00, 16.00 y 17.30 h. Los sábados a las 8.30, 9.30 y 11.00 h.



Desde fuera muestra la típica construcción sobria, robusta y de altos campanarios que caracteriza a la orden. La portada presenta un arco trilobulado, con una torre adyacente de planta cuadrada con tejado a cuatro aguas.


La iglesia es tipo basílica de tres naves, la central está cubierta con un bóveda de cañón corrido y los laterales con 4 cúpulas cada uno; el crucero está cubierto por tres cúpulas de medio punto; los muros son de cal y canto, las cúpulas de piedra laja con pintado interior simulando ladrillo y los pilares son de piedra.

En un sobrio altar barroco se encuentra la imagen del Cristo De la Vera (1550) al que se le imputan múltiples milagros en Potosí, por lo que es el Cristo más querido por la ciudad.


Se conserva el magnífico claustro original del siglo XVII, por el que se llega a la sacristía en la que exponen lienzos de Melchor Pérez de Holguín.


 Se puede visitar también la cripta, en la que están sepultados los frailes del convento y muchas personalidades de la ciudad. 


En este templo, en sintonía con los monasterios de la orden, se puede acceder al mirador de su alta torre, en este caso llamada de Santa María de los Ángeles, para poder disfrutar del ondulado tejado y admirar una amplia panorámica de la ciudad a más de 4000 m. de altura. 

El museo cuenta con una buena colección de pintura y escultura, destacando las obras del ilustre escultor Gaspar de la Cueva


Por último, indicaros que el listado de arquitectura colonial no se acaba aquí, a dos manzanas de San Lorenzo de Charangas se encuentra la iglesia de San Bernardo al lado del teatro IV centenario, una manzana más arriba Jerusaléncon su hermosa fachada, espectaculares retablos y cuatro  obras de Holguín; o a dos manzanas de los franciscanos está la iglesia de Copacabanaobra Agustina famosa por la virgen de la Candelaria, la cubierta mudejar de sus capillas laterales y presbiterio, y especialmente por la cúpula de media naranja del crucero, considerada la mayor y más hermosa de América. 




Si de arquitectura virreinal queréis seguir disfrutando, aquí os dejo con un magnífico documento de la junta de Andalucía que reúne con cortos circuitos toda la arquitectura colonial de Potosí y la de sus alrededores, que si disponéis de coche y tiempo no dudéis visitar. 

Además, sus dibujos muestran con pedagógica claridad la evolución urbanística de la ciudad, la que nos ayuda en el paseo a evocar y comprender su espectacular pasado. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL CERRO RICO. POTOSÍ MINERO

NOTAS SOBRE EL GRITO LIBERTARIO AMERICANO EN CLAVE FEMENINA

Vuelo de Barcelona a Santa Cruz de la Sierra (Bolivia)