QUÉ VISITAR O HACER EN POTOSÍ
La historia de la ciudad es inseparable de su famoso “Cerro Rico”. Para los indígenas pre-incaicos, llamado “ Sumaj Orcko” (montaña magnífica), era la cumbre sagrada (Apus) más importante de la región. La montaña estaba relacionada con fuerzas telúricas desde tiempos remotos, las pinturas rupestres encontradas en las proximidades lo documentan. Probablemente por ello el inca siempre la respetó, aún conociendo la riqueza mineral que contenía.
En 1559 la reverenciada montaña sería llamada popularmente la boca del infierno.
Potosí y su Cerro serían tan importantes para La Corona que ya Carlos V en 1547, dos años después de empezar a extraer plata la nombraría Villa imperial, otorgándole su primer escudo de armas. En su centro orgulloso se muestra el cerro.
Pero su historia y riqueza va unido a la explotación humana, la mita y la esclavitud determinarían la vasta riqueza de europeos y criollos, y del despilfarrador, ambicioso y opulento imperio español.
Potosí se convertiría en la ciudad más poblada del planeta con 160.000 habitantes, pero también la Babilonia americana. En 1608 residían ochocientos tahúres profesionales y ciento veinte prostitutas célebres, a cuyos resplandecientes salones concurrían los mineros ricos, 37 iglesias, las mismas que casas de juego, 14 salones de baile, varios teatros y se dice que de los balcones colgaban con ostentación damascos coloridos y lamas de oro y plata.
Los criollos y mestizos reconocidos celebraban las fiestas del santísimo sacramento con seis días de comedias y seis noches de máscaras, ocho días de toros y tres de saraos, dos de torneos y otros de fiesta. Según leí, los altares de todas las iglesias y las alas de los querubines en las procesiones eran de plata. En las casas de los mineros más ricos circulaban todo tipo de perfumes, joyas, porcelanas y objetos ostentosos. Cervantes haciéndose eco del dicho popular registraba el: “Vale un Potosí”.
A principios del siglo XVIII mermó de manera evidente la calidad y la producción, el agotamiento de las betas de plata comportaría entrar en una decadencia de la que nunca se recuperaría, a lo que se sumó la terrible epidemia en 1719 que se llevaría a 22.000 personas, otras tantas se marcharon de la ciudad.
En 1750 la población era de 70.000 habitantes, en treinta años se redujo a la mitad. Al estallar el movimiento de independencia, la población no superaba los 8.000 habitantes.
A principios del siglo XIX comienza la explotación de estaño (menospreciado hasta entonces), pero tan solo en una década la sobreproducción, otra vez fruto de la codicia, provocó la caída de los precios y Potosí, la ciudad de la opulencia colonial ya no saldría nunca de la miseria.
La estancia en Potosí, después del tranquilo viaje desde Sucre, no se presentó nada apacible dado el azote del mal de altura, aspecto que os recomiendo no desestiméis su prevención en la visita a la ciudad, no es suficiente la hoja de coca.
El hospedaje, Hostal La Casona, con un excelente precio se ofertaban pequeñas habitaciones individuales con baño compartido, la mayor pega se la pongo a la limpieza de éstos. Por el contrario, la situación (a dos manzanas de la plaza Mayor) y un dinámico ambiente juvenil y mochilero, la convierten, con desayuno incluido, en una excelente y económica elección.
Os propongo tres itinerarios que bien planificados se pueden realizar en dos días, aunque un tercero no vendría mal para saborearlo con tranquilidad, incluso ampliarlo en los alrededores de la ciudad en el que la huella de la arquitectura colonial de conventos, iglesias y hermitas Es mucha.
La Casa Nacional de la Moneda.
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