Volcanes, Lagunas y flamencos.
Por la mañana nos levantamos a las siete, iniciando el segundo día de circuito después de un escaso desayuno. Habíamos dejado atrás el desierto de sal para incorporarnos al de tierra con salitre.
Vimos pasar, silbando, el tren de la privatizada FCA con cargamento mineral dirección a Ollagüe (frontera con Chile). Pisamos sus vías, que en rectitud absoluta se dirigían desde Uyuni, por aquel extenso y plano desierto hacia la misma dirección que nosotros, el nevado y majestuoso volcán Ollagüe de 5865 metros de altura.
Más de una hora después alcanzamos los Casi tres cuartos de hora después, alcanzando los 4.000 msnm, llegando al Mirador. Con un descanso contemplativo de veinte minutos gozamos de aquel exquisito e inóspito paisaje, al que podíamos imaginar de otro planeta. El mirador está situado en un cañón por el que se puede transitar sobre erosionadas piedras rodeadas de espectaculares alturas.
En la cima y en un lateral del volcán nevado humeaban sendas fumarolas, indicando que su actividad ígnea continuaba viva.
Una de las paredes que canalizaba el cañón, se mostraba sin corteza, exponiendo en sus entrañas el material volcánico del que estaba compuesta la colina, fruto de las múltiples erupciones del volcán.
Al observar que la mayor parte de las rocas que componían el suelo del cañón mostraban un desgaste propio del agua, dada la cantidad de agujeros, preguntamos y nos respondieron que en tiempos remotos (no precisaron) aquellas piedras las cubrió el mar.
Con orgullo, no sé si por ecologismo o por posesión de riquezas, afirmó el guía que el volcán por la parte chilena está horadado, habiéndole extraído todos sus minerales, mientras que del lado boliviano todavía permanece intacto.
Atención, tienen una especie de servicios higiénicos bastante deplorable, pero son los únicos que dispondréis hasta la hora de comer.
De aquí iniciamos la ascensión para observar a gran altura las lagunas saladas utilizadas por los flamencos como puntos de alimentación y descanso durante sus movimientos migratorios.
Lagunas de Cañapa, Hedionda, Charcota y Honda.
La existencia de estas lagunas poco profundas, depende principalmente de un sistema de aguas subterráneo (almacenado desde hace 10.000 años) que regula y sostiene la humedad de la superficie. Estacionalmente recibe precipitaciones y desembocan de forma intermitente riachuelos.
Estas aguas subterráneas cargadas con minerales solubles, especialmente sales, hacen a estas aguas salobres y alcalinas. En algunos casos la concentración de sal es mayor que la del agua de mar.
En los tres primeras grandes lagunas observaremos flamencos, en unos entornos naturales difíciles de describir, dada su salvaje, variada y cromática belleza. Áridas montañas de tonos sienas, volcanes y cumbres nevadas, contrastan con los limpios azules del cielo, y el agua, en la que juegan tonos rojizos o marrones con claros turquesas o luminosos azul marino, el blanco de la salitre bordeando riberas y formando arenas, o el bórax haciendo emerger islas en su interior. Una maravilla cromática variada en cada laguna, con colores distintos de sus aguas producto de la concentración de unos u otros minerales. Un auténtico placer para los sentidos.
En la laguna de Cañapa, que al ser la primera te cautiva la sorpresa, conocí a una pareja de catalanes, que después de saludarnos y compartir algunos pormenores del viaje, me explicaron y diferenciaron las tres clases de flamencos que habitan estas latitudes y que en este lago, a pesar de que el volumen de aves en comparación con otras lagunas es mucho menor, aquí habitan las tres especies.
Hay que tener en cuenta que no se permite molestar a las aves y la visión próxima tan solo en Chiarcota la podréis obtener, pero siempre respetuoso con su tranquilidad, por lo que unos prismáticos os irán bien para diferenciarlos.
El paraíso de los Flamencos
De las seis especies de flamencos que hay en el mundo, la mitad pasan en mayor o menor tiempo por estas tierras.
El flamenco chileno o flamenco austral, es el más grande de los tres, pudiendo llega a medir 1,30 m. Su plumaje salmón claro tiene zonas rojizas en la cola. Cuando despliega sus alas se pueden observar debajo dos hermosas manchas negras que cubren casi la mitad de las alas. El pico es grande, encorvado y negro en la parte extrema. Las patas son de un rosado muy claro, intensificándose el color en la articulaciones. Si podéis acercaros, la cual cosa es difícil, observaréis que los ojos son de color amarillo.
Es la especie de flamenco menos abundante aquí, todo lo contrario ocurre en Acatama (Chile).
El flamenco andino o parina grande o en Chile Chururu grande.
Tiene un tamaño de 1,1 m. El color general del plumaje es blancuzco con toques de un intenso rosado, la cola está tintada de negro y el pecho tiene una tenue coloración violeta. Su pico es en gran parte negro, con presencia de coloración amarilla en la base. Sus patas son amarillas.
El flamenco James, conocido también por parina pequeña o Chururu pequeño en Chile, es el de menor tamaño e los tres, tanto de cuello como de cuerpo, y se diferencia del andino en sus patas rojas y el escarlata del cuello y dorso. La parte posterior también es negra pero de menor tamaño, el pico, más corto, es de un luminoso amarillo con una pequeña punta negra, lo contrario que la parina grande.
En la Laguna Hedionda, la mayoría son flamencos james; descubriréis si os acercáis a ellos que sus aguas, debido a su elevada concentración de azufre, tienen un fuerte y desagradable hedor, razón que le da nombre.
En la laguna Charcota, la más grande de estas cuatro y especialmente bonita, es la que alberga la mayor cantidad de flamencos, siendo el lugar en el que más nos podríamos aproximar a ellos.
Sería el lugar elegido para comer, dado que tenía mesas donde hacerlo y servicios, más limpios que los anteriores, aunque tampoco brillaba la excelencia.
Después de comer aprovechar para contemplar con tranquilidad, desde los bancos dispuestos para ello, la inmensidad del lago lleno de vida bajo sus picos tímidamente nevados. Precioso.
Después de comer (al menos nosotros) partimos hacia la Laguna Ramaditas observando por el camino un grupo de vicuñas. Nos advirtió de la posibilidad de ver alguna vizcacha entre las rocas, pero no tuvimos esa suerte.
Lo que sí vimos, mientras nos deleitábamos fuera del coche frente a la laguna Honda, que a unos doscientos metros a nuestra espalda habitaba un zorro en medio del desierto, observándonos inmóvil permanecería hasta que nos marchamos.
La laguna Honda es la más pequeña de las cuatro, sus aguas son de un blancuzco azul verdoso y la falta de vida en su superficie, hacen que se diferencie mucho de las otras tres, otorgándole a la vez, junto con su forma ovalada (dicen que de corazón vista desde arriba) un especial atractivo.
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