UYUNI. La puerta del Salar más grande y alto del mundo
Uyuni es la capital de la provincia Antonio Quijarro en el departamento de Potosí y la puerta del Salar más grande y alto del mundo. Contaba con una población de unos 11.000 habitantes en 2017. En 1985, antes del declive ferroviario-minero, los residentes se duplicaban.
La principal actividad agrícola actual es en el cultivo de quínoa, la cría y comercio de ganado camélido y desde principios de este siglo ha experimentado un constante crecimiento del turismo, ansioso por conocer una de las maravillas naturales del planeta.
Su población, en gran parte indígena, habla quechua, aymara y castellano. En 1983, la ciudad de Uyuni fue declarada “Hija Predilecta de Bolivia” en homenaje a los soldados de esta ciudad que defendieron, apoyaron y contribuyeron dando sus vidas en la Guerra del Chaco (1932-34). El ferrocarril y la estación de Uyuni fue clave para movilizar tropas y suministros.
Antes de poner el pie en el suelo bajando del autocar que nos había traído desde Potosí, ya te están ofertando circuitos al Salar.
Acordé con Gabriela buscar el circuito con tranquilidad, compararíamos diferentes ofertas, tanto del tipo de vehículo como de las condiciones y servicios, antes de decidir. No teníamos prisa, eran tantas las ofertas que superaban con creces la demanda, más, si consideramos que estábamos en temporada baja, por lo que la reserva por la tarde era lo adecuado.
Cuando entras en Uyuni, totalmente plano, con ordenadas calles en cuadrícula, anchas y polvorientas, aunque asfaltadas en su mayoría, tienes la sensación de entrar en otro país, con notas que recuerdan a un poblado del “Far west”. Posiblemente es el nostálgico aire ferroviario que aún transpira en sus amplias calles, el que me imprimió tal sensación.
Nos dirigimos a nuestros respectivos alojamientos, concertando dejar el equipaje y quedar en el paseo/ plaza principal Aniceto Arce.
Una plaza rectangular discretamente ajardinada y bien colorida en la que se reúnen bastantes restaurantes, bares y hoteles. En el centro destaca la elegante torre del reloj.
El paseo finaliza frente a la histórica estación de tren.
Uyuni y el ferrocarril
El ferrocarril y Uyuni son indivisibles, la ciudad da a luz a la par y en consecuencia del nacimiento de la red de ferrocarriles de Bolivia.
En Antofagasta, ciudad portuaria –entonces boliviana– , se ponen los primeros rieles en 1873 y llegan a Calama en 1886. Dos años después a la actual frontera con Bolivia en Ollagüe, situada a 3700 metros de altura. Los carriles arribarán a Uyuni en 1989.
El proyecto en su primera fase debía llegar desde Antofagasta a las minas de plata de Pulacayo y Huanchaca, pero ante el temor de que los trabajadores que realizaban el tendido de la vía férrea, chilenos en su totalidad (recuerdo que ha estallado la Guerra del Pacífico), saquearan las instalaciones de la Cía. Huanchaca de Bolivia, se suspendió su construcción, quedando la punta de rieles en Uyuni, lugar al que continuarían llegando los trenes que exportaban minerales.
Este hecho produjo tanta actividad comercial en el lugar, que se decidió construir una estación ferroviaria, lo que originaría el asentamiento de la población y el nacimiento de Uyuni.
La empresa "Bolivian Railway” después de la guerra del Pacífico llegaría a tener en Uyuni más de un millar de empleados y obreros, al convertirse la estación a finales del s.XIX en el principal lugar de empalme y cruce de los ferrocarriles mineros bolivianos.
Recuerdo que aquí los humanos se trasladarían por diligencias tiradas por caballos hasta la década de los 40.
Antofagasta llegaría a conectarse empalmando con los ferrocarriles chilenos. El ramal Potosí, ampliándose más tarde a Sucre, ascendería a 4787 metros de altura en el Paso Cóndor (ramal hoy ya desaparecido que fue el segundo por 47 m. más alto del mundo). El ramal sur para Villazón conectaría con el también desaparecido ramal argentino de Salta a Buenos Aires. El ramal el norte enlazaría con Oruro y La Paz.
La Cía. Huanchaca de Bolivia, tenía su propio ferrocarril hasta la localidad, enlazándola directamente con la mina de plata de Pulacayo.
La industria minera, salvando algunos momentos de crisis y los conflictos bélicos, llegaría a aguantar hasta 1985, en el que el despido masivo, el abandono de la minas y por lo tanto de la mayor parte de los ramales que durante un siglo alimentaron Uyuni, provocaría un gran éxodo de la población. De forma paradójica Uyuni hoy es la puerta de la mayor reserva de litio del mundo.
En la actualidad por aquí pasa el único tren de pasajeros Boliviano que de norte a sur une Villazón con Oruro y La Paz. Creo que es la mejor opción (soy un fervoroso amante del viaje en tren) para ascender desde Uyuni a la capital, pero atender bien el horario ya que son pocos los diarios. También es parada del último tren minero, de la hoy privatizada ENF (Empresa Nacional de Ferrocarriles) que transporta minerales hasta Ollagüe, frontera con chile.
Nos contaron que la única curiosidad interesante de visitar es el animado mercado de los domingos, por lo que después de pasear un rato, en la que destacamos alguna escultura ―la verdad es que no hay mucho más que ver―, nos dispusimos a reservar el circuito.
Reserva del Circuito
Hay circuitos de todo tipo, tanto por su precio y servicios, como por la duración, un día, dos, tres.. Nuestra pretensión era hacer el clásico circuito de 3 días/ 2 noches, desde el Salar hasta el parque Nacional de Alveorloa llegando a Hito cajones, frontera con chile, por la que yo cruzaría a San Pedro de Acatama (Chile) y Graciela volvería a Uyuni, para desde allí regresar a Buenos Aires.
La propuesta que nos hicieron en la primera agencia que encontramos, para mí sorpresa y sin prácticamente regateo, fue muy buena, intuí que estaban ansiosos por completar el coche y por nada querían que nos marcháramos a la competencia, así, junto a un precio estupendo (600 bs. aprox. 75 €. por persona) en el que entraban comidas y alojamiento, a mí me añadió el bus de la frontera chilena hasta San Pedro de Acatama y a ella no le cobró el alquiler del saco. Después de reconocer la calidad, en apariencia, del transporte, aceptamos.
Graciela me amonestó con disimulo, ya que en principio no era lo que habíamos acordado. Pedí perdón, pero intuía que era una muy buena oferta.
Cuando conocimos el precio que le costó a los demás miembros del grupo (especialmente a los alemanes que lo habían comprado por internet), aceptó que no nos habíamos equivocado, al menos en el coste.
De todas formas no me siento capaz de aconsejaros la agencia. Comparando otros tours económicos —sin tener en cuenta circuitos que duplican, incluso triplican estos precios, y que por la tanto seguro que dispondrán de otros servicios—, los alojamientos e incomodidades pueden ser las mismas o parecidas en todos, se observan pequeñas diferencias en la comida o en la mayor o menor comodidad del 4x4, pero el elemento humano, en este caso el guía-conductor, es lo que realmente marca la gran diferencia, una alegre empatía, explicaciones didácticas y una conducción serena son la base. En nuestro caso no tuvimos suerte, carecía de las dos primeras.
Tampoco hago referencia del hospedaje en Uyuni, dado que aunque el precio era bueno y la ubicación excelente, la atención del servicio, la limpieza y la comodidad del lugar dejaron mucho que desear.
No sé si fue casualidad o la mala suerte, pero la simpatía y amabilidad de la población no me acompañó en Uyuni. El broche de oro se dispuso por la noche, dirigiéndome al hospedaje, por el que observé que la falta de equilibrio al andar era una práctica extendida, me frenó el paso un joven delgado treintañero, creo que mestizo, requiriéndome lumbre. Se la di y después de encenderse un cigarro liado manualmente, me miró con ojos encendidos tras el velo de una mirada sin horizonte antes de girarse y marcharse sin dar las gracias.
Al llegar a la puerta del alojamiento me lo volví a encontrar, compartiendo una botella sin etiqueta con el muchacho que me daría la llave de la habitación, sin saludar ninguno me miraron con aire despectivo, que evidentemente no entendí. La falta de amabilidad que acompañaría la entrega de la llave, no le hizo ganar ningún punto, tampoco al hospedaje.
Material necesario para el Ciurcuito
Antes de disponerme a dormir preparé la mochila, disponiendo a mano el uso de:
—Toalla y material higiénico.
—Lentes de sol y protector solar.
—Saco de dormir y ropa de abrigo, sobrepasamos en muchos momentos los cuatro mil metros, especialmente necesaria se hace por la noche.
—Bañador para las termas.
—Papel W.C.
—Pastillas para el mal de altura.
—Agua y comida extra (fruta, frutos secos, galletas) ya que la abundancia alimenticia no es señal de identidad de los circuitos.
—Moneda del país, los pagos solo se pueden hacer en metálico y no hay cajeros, ni bancos.
—Linterna, dado que la luz nocturna de los refugios es mínima.
—Tendréis problemas para cargar las baterías (llevarlas bien cargadas) dadas las escasas tomas eléctricas y la señal telefónica es inexistente en la mayor parte del recorrido.
—Me explicaron que en época de lluvias se necesitan pies de rana si no se quiere pisar el suelo descalzo, lo que parece ser poco agradable.
Lo tenía todo dispuesto para emprender el Circuito de 3 días / 2 noches. Del Salar de Uyuni a la Reserva Nacional Eduardo Abaroa. Dos excelencias de la naturaleza.
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