50 Aniversario de la muerte del Che
Por la noche, antes de degustar la exquisita cena vegetariana que preparó Aude,
nos sentamos con un grupo de mexicanos. Uno de ellos, al conocer mi procedencia,
se acercó impetuoso, se sentó a mi lado antes de comunicarme que, aunque era del
Madrid por Hugo Sánchez, se solidarizaba totalmente con nuestra causa, pero no
entendía que mediante una protesta pacífica se pudiera conseguir algo con el
reino de España. Constató que si México hubiera esperado que la constitución
española les permitiera independizarse mediante el diálogo, aún andarían sujetos
a la macana imperial. Vaticinó que sin armas sería imposible conseguirlo. Aunque
un poco animado por el alcohol, sus afirmaciones no dejaron de ser coherentes e
irreverentes con la “fachilandia” Borbónica, pasado y presente.
Después de cenar nos congregamos alrededor del fuego una veintena de personas provenientes de Francia, México, Cuba, Chile, Argentina, Bolivia y nosotros dos en representación española, de Asturias y Cataluña.
La música armonizada por una guitarra y nuestras voces fue la protagonista y los mexicanos el alma de la fiesta. Me sentí transportado casi cincuenta años antes. En la década de los 70 las juventudes antifranquistas nos congregábamos en el campo alrededor del fuego, entonando canciones de Víctor Jara, Quilapayún, la nueva trova cubana o Lluis Llach, Raimón, Paco Ibáñez... con “Bella Chao” nos sentíamos partisanos, con “la estaca” emergía un sentimiento étnico, pero cuando aparecía la canción dedicada al comandante, supuraba un halo de orgullo heroico. Entendí que estaba en el lugar y compañía apropiada para recordar con dignidad y coherencia su muerte, pero no podía negar que el desencanto político y el valorar más la vida que las ideas, ya no producía la adrenalina de aquel tiempo, pero aún así permití a la utopía susurrar su hermoso sueño.
La Higuera. Marcha Obrera, minera y campesina. 8/10/2017
Me desperté a eso de las ocho al interrumpirse el silencio de la mañana por el tránsito de vehículos. Después de remirar con ansiedad y rabia las maletas, acepté definitivamente que el móvil lo había perdido. Cabreado conmigo mismo, no se puede ir por el mundo siendo tan descuidado, observaba que el pueblo se había llenado de fuerzas del orden: guardias de seguridad, militares y policías, todo estaba dispuesto para recibir la gran comitiva popular. Evo Morales lo haría en helicóptero, aterrizando en lo alto de una colina y desde allí se uniría a la comitiva, la mayor parte de ellos habían accedido en autocares aparcados cerca de la escuelita. Estaba claro que al margen de los guevaristas y las marchas bolivianas, hoy tocaba al gobierno rendir homenaje al comandante en la Higuera, al día siguiente lo harían en Vallegrande, con previsión de reunir una gran multitud a la que dirigirse con la participación internacional de personalidades, especialmente cubanas.
Después de colocar la bandera de Cataluña en el conjunto escultórico principal, me dirigí a la casa del telegrafista para desayunar, observando que la cocinera estaba agobiada frente a la demanda de tantos clientes, gran parte en pie. Los mejicanos me dieron asilo y gracias a ellos degusté, al margen de su divertida compañía, el completo desayuno que se ofertaba. Cuando ya era multitud lo que se congregaba en el patio oímos sobrevolar un helicóptero, anunciaba que el presidente llegaba y que en pocos minutos, desde un par de kilómetros, comenzaría la marcha.
La columna la encabezaban las centrales obreras (mineros) y las agrupaciones indígenas, situando a Evo Morales rodeado de mineros, detrás de ellas. El presidente entrelazaba las manos con todos aquellos que se terciaban a su paso, incluso uno de los mejicanos lo abrazó y al otro le extendió la mano, más tarde lo relatarían emocionados.
La multitud se agolpaba en la pequeña y ascendente plaza a la espera de que “Ego Morales”, apodo que le dispuso mi anfitriona en Samaipata, dijera algunas palabras, pero se las reservó para el día siguiente y la decepción reinó en el ambiente, aunque no por ello dejó de exaltarlo.
Inés, la cooperante asturiana, logró hacerle una foto en la proximidad, momento de apretujones y éxtasis que aprovechó alguien para robarle la cartera. Me la encontré en el desespero y el llanto frente a tal infortunio. Nos acercamos a megafonía en el intento de transmitir la necesidad de su devolución, aceptando que se quedara el ladrón el dinero, pero los documentos y la medicación se formulaba imprescindible su devolución. Muchos “revolucionarios” acudieron a darle consuelo, discursos por megafonía de ética y solidaridad, arengando recuperar lo sustraído, incluso un robusto y bien uniformado militante (creo que cubano) le dio 200 pesos bolivianos (unos 25 euros, suficientes para salir de la Higuera y comer algo hasta entonces), un gesto que se completó con múltiples muestras de solidaridad; el médico cubano de la Higuera,, buscó en su gran saco de medicinas (el saco es la única farmacia del pueblo) encontrando remplazo para la medicación.
Cuando el presidente y parte del peregrinaje se trasladó a la escuelita, lugar de ejecución del comandante, buscamos sin éxito por los alrededores. Después de casi media hora, resignados dejamos de buscar, para dirigirnos a comer unos espaguetis sin salsa que cocinaría Inés y yo aportaría el chocolate de postre. Por el camino, mostrando gran intuición, Inés habló con uno de los muchachos del pueblo, rogándole que si la encontraba él o algún amigo dejara el aviso en la “casa del telegrafista”.
Por la tarde hice una pequeña siesta mientras Inés optaba por una excursión con Jean-Pierre y un argentino, supongo que para sacar la rabia acumulada, entre otros motivos. Cuando me levanté decidí explorar los alrededores del lugar, unos espacios que me hicieron rememorar lugares que creí de otro tiempo, pero su latido expresaba el estar muy vivo. Lo hice tan lento el tránsito que el atardecer se presentó enrojecido entre densas nubes que ensombrecían a sus pies el espectacular paisaje verde.
Una vez llegó Inés se puso a preparar algunas cosas en su habitación, yo me dirigí a la casa del telegrafista, lugar en que me comunicaron nada más llegar que un muchacho había encontrado la cartera.
Gocé al ver la cara de felicidad que puso Inés al saberlo, aunque estuviera dentro de una maloliente bolsa y sin el dinero, ya que había sido encontrada taponando el water de un bar. Se marchó saltando de alegría a lavarla, mientras yo me dedicaba a contemplar con más detalle la exposición fotográfica en la casa del telegrafista.
Jean Pierre me acompañó en la visita, documentándome las imágenes y los lugares, así aprecié las reformas de la casa del telegrafista y las últimas imágenes de la guerrilla. En la quebrada del Yuro, ―lugar que pensaba visitar al día siguiente― era la zona en la fue sorprendida la guerrilla, pero el arresto del comandante se produjo en otro lugar, cuando intentaba huir con el “indio” mal herido (no al revés como se intentó difundir, buscando, con su pretendida muerte en combate, ocultar el asesinato). Me sorprendió la casualidad de descubrir en sepia, la casa que yo habitaba tras la imagen de un guerrillero apresado por el ejército (se dice que fue una forma elegante de desertar frente a la eminente caída de la guerrilla).
Conocí por Jean Pierre junto con los documentos gráficos que lo acreditaban el papel de la casa del telegrafista en la contienda, su total abandono posterior y la restauración efectuada por ellos.
La conversación fue interrumpida al indicarme que tenía una llamaba telefónica.
Desconcertado cogí su móvil y escuché con entusiasmo la voz de Teresa, comunicándome que al ir a devolver el coche en el aeropuerto de Santa Cruz se encontró mi móvil. Salté de alegría y acordamos, en eterno agradecimiento, que me lo enviarían por correo al hospedaje previsto en Sucre.
Por la noche celebré la doble suerte con Inés, compartiendo una humilde cena, consistente en un pequeño bocadillo y una cerveza en el único lugar del pueblo en el que aún quedaba algo sólido para servir.
Apareció el muchacho, protagonista del encuentro de la cartera, junto con un amigo y su hermano. Inés en agradecimiento le regaló un estuche de lápices de colores y el muchacho, espabilado y extrovertido, con alegría y soltura nos contó sus andaduras escolares. El curso siguiente iniciaría si todo va bien el segundo grado, por lo que tendría que ir a un internado de Vallegrande. Su objetivo era ser mecánico de coches. Su hermano que lo acompañaba, un año mayor, no manifestó interés por nada en concreto, ni por los estudios. Todos les deseamos poder cumplir con su sueño, incluso un “coquero” que con una bola almacenada en su moflete y más alcohol de la cuenta se había añadido a la conversación.
Por él me enteré que la escuela cerraba el último día de mes, para que los maestros pudieran ir a Vallegrande a cobrar directamente del banco, algo normal en las pequeñas comunidades de Bolivia. También supe que la red eléctrica pública se había dispuesto aquellos días (todos funcionaban con generadores, depósitos de agua y la conexión de wifi nunca superaba los 2G.). Preveían que cuando se acabaran los eventos también terminaría el servicio del alumbrado público.
No era fácil la vida en aquel pueblito, aunque el Che lo pusiera en el mapa, su ruta necesitaba con urgencia muchos arreglos, probablemente demasiados.
Los últimos días de la guerrilla
La segunda fogata nocturna, con la pérdida de algunos compañeros y la aparición de nuevos, se presentó más seria. Después de exponer cada uno las motivaciones que nos habían llevado allí, se alentó el profundizar mediante el debate sobre el documental visionado durante la cena, para acabar analizando la situación política actual del gobierno boliviano. Pretendo hacer un pequeño resumen de los contenidos más significativos de la larga noche, pero señalo previamente la presentación de los mejicanos.
El “guaje” que tanto interés mostró en conocer y dar su opinión sobre el problema catalán cumplía 50 años, es decir, había nacido el mismo día en el que asesinaron al guerrillero. Con gran humildad explicó que con su amigo decidieron en un principio ir a celebrarlo a las Vegas, pero por diferentes razones y casualidades no pudieron ir y en curiosa contradicción se hermanaron con la idea de unas comprometidas amigas de llegar hasta aquí. Expresó agradecimiento al destino, ya que nunca se imaginó celebrarlo con este nivel de emociones y rodeado por la auténtica hermandad guevarista, entre otras cosas resaltó el haber podido estrechar la mano al presidente Evo Morales. La hermandad encontrada aquí hizo que teniendo el grupo el alojamiento en Valle Grande, lo abandonaran, junto con parte de su equipaje, alquilando otro aquí. Brindamos por la emoción de compartir aquellas dos noches y su cumpleaños. La explicación y el sentimiento que le puso el mejicano (por desgracia olvidé su nombre) hizo que la tertulia estallara en un emotivo aplauso y brotara alguna lágrima.
Habían pasado a la hora de la cena un vídeo inédito (nosotros lo veríamos completo al día siguiente) de una entrevista con David Alarcón “Benigno”, el único guerrillero cubano que había participado anteriormente en todas las campañas del Che y que sobrevivió junto a dos guerrilleros bolivianos. Disidente en el 94 del gobierno cubano residiría en París como refugiado hasta su muerte en 2016. Explicaba en el documental de forma detallada los últimos momentos de la guerrilla y el cómo lograron escapar. Revelaba la desesperante situación en la que se encontraron, un cerco que cada vez se estrechaba más sobre una guerrilla mermada en miembros e incapaz de conseguir la más mínima adhesión del campesinado (nada que ver con la campaña cubana). La situación era tan desesperante, sin comer, dormir, descalzos y agotados, que prácticamente el grito de guerra: victoria o muerte, se redujo a la espera de lo segundo, según Benigno.
Las primeras aportaciones de los tertulianos se refirieron a los graves errores tácticos cometidos, al situarse en una zona poco poblada, con asentamientos aislados de poblaciones guaraníes, y en general un campesinado mestizo sumiso y sin conciencia de clase.
Aunque el partido comunista boliviano situó la disidencia con el Che en un problema de mando, todos los presentes asumían que ligado y financiado por Moscú, recibieron la orden de abandonarlo. Hacía tiempo que molestaban sus manifestaciones próximas al PC chino (una revolución eminentemente campesina, según él más cercana a la realidad sudamericana) y una crítica sin tapujos a las cadenas institucionales que imponía la Unión Soviética, que por otra era la que mantenía la revolución cubana. En realidad nadie lo dijo, pero se presumía que les era más útil muerto que vivo.
Se expuso que la zona nunca fue del gusto del comandante, aunque tampoco previno el poco apoyo de la población. Lo convenció la posibilidad, dada la proximidad geográfica, de establecer un puente con los comandos de Argentina y Chile. Sabía que triunfando la revolución en Bolivia, sin aliados alrededor duraría bien poco. A la vez proyectaba una de sus grandes ilusiones: instaurar un estado revolucionario en su patria. Todo quedó pronto en un sueño al desarticularse los movimientos de Salta, Tucumán y Córdoba. Precipitándose los malos presagios con el arresto, tortura y juicio de Régis Debray y Ciro Bustos en Camiri (capital del petróleo boliviano), población cercana al campamento base de los guerrilleros. El intelectual francés reconoció bajo tortura la presencia del Che y lo situó en la proximidad de Lagunillas (lugar en el que se producirían los primeros enfrentamientos y las primeras bajas), mientras que el dibujante argentino ponía rostro a los guerrilleros.
Al hablar de los guerrilleros que componían el comando, el feminismo del grupo mejicano reivindicó con razón y argumentos, la figura de Tania (nombre de guerra de Tamara Búnker). Conocida por ser la única mujer en la guerrilla boliviana, su lealtad revolucionaria y su valor aún estaban sin el justo reconocimiento de sus acciones.
Nacida en Argentina en 1937, de padre alemán y madre polaca, miembros del partido comunista regresaron a la RFA en el 52, donde se doctoró en la facultad de letras de Humboldt, trabajando de instructora de tiro deportivo. Más tarde se licenciaría en periodismo en la Universidad de la Habana, junto con una formación amplia en música (piano, guitarra y acordeón) e idiomas (alemán, español, francés e italiano). Realiza diferentes viajes por América y África, junto con diferentes estudios sobre folclore. En el 55, a la edad de 18 años se alistó al Partido Socialista Unificado de Alemania Oriental, incorporándose en 1960 a ciertas actividades de espionaje, año que conocería al Che en Alemania.
Invitada por Cuba por el ballet nacional decide quedarse a trabajar para la revolución cubana (en contra del criterio de servicio de inteligencia alemán). Trabajó en el Ministerio de Educación, en el Instituto cubano de amistad con los pueblos y en la dirección de la federación nacional de la mujer cubana. En 1963 comienza a prepararse para trabajar en el servicio de inteligencia cubano, siendo su primera misión Bolivia. Con el nombre de Laura Gutiérrez, establece amistad con diferentes personalidades militares y de la alta oligarquía, incluso con el propio presidente y el ministro de defensa. Llega a organizar eventos folclóricos y se casa con un ingeniero electrónico (el novio oficial en cuba era el guerrillero mulato Ulises Estrada) facilitando un pasaporte boliviano y mayor libertad de movimientos. Se incorpora por decisión propia a la guerrilla, con la oposición del propio Che que no pudo evitar su tozuda decisión de participar directamente en la contienda. Un mes después el comandante decide dividir el grupo (una táctica que alcanzó buenos resultados en Cuba, aquí fue un craso error), en el otro grupo iba Tania, son acorralados en vado del Yeso cruzando el río Grande, su cuerpo atravesado por una bala será transportado río abajo un mes antes del arresto y ejecución de Ernesto..
Se recordó con orgullo que en 1952 el MNR realizó en Bolivia la primera revolución americana, antecesora a la cubana. En su segundo largo viaje de juventud, Ernesto vivió con Calica en La Paz el inicio de aquella revolución. Se nacionalizaron grandes empresas mineras, el sufragio se proclamó universal integrando a los indígenas y a las mujeres, se produjo la reforma educativa y la primera reforma agraria americana. Por primera vez en la historia el campesino, con una gran base indígena, era dueño de las tierras que labraba (no fue el caso, entre otros, del pueblo guaraní, recordé).
Fue la única revolución que apoyaría en su inicio EEUU, cobrando tal era de prever un alto precio en deuda, mientras tejía en las sombras el golpe de Estado de 1964. El campesino temió perder lo poco adquirido y continuó en la silenciosa sumisión que le ha caracterizado durante siglos. Por lo que la guerrilla no tuvo ningún apoyo, más bien todo lo contrario.
Recordé las palabras de aquel anciano indígena que decía haber dejado el tabaco, pero que cada vez que nos lo encontrábamos estaba fumando, afirmando que con su muerte, convirtiéndolo en mártir, el gran valor del Che había sido dar conciencia de clase al indígena, hasta entonces su lucha siempre fue étnica y comunal, pero nunca de clase..
Supe que la asamblea del pueblo guaraní es la promotora de la ruta del Che para la memoria histórica y el turismo, siendo curioso también que el ejército que lo había asesinado otorgara hoy apoyo a dicha promoción. De todas maneras, en La Paz sabría que una parte del ejército Boliviano había conmemorado el aniversario de su muerte de una manera diametralmente opuesta.
EVO y la reelección presidencial
El joven cubano, único médico del pueblo, modificó el tema al inaugurar uno basado en el presente nacional y su presidente, manifestando el no entender el rechazo de la población a su reelección, cuando los cambios que se estaban produciendo en el país, nunca habían sido tan profundos para la clase obrera y el campesinado.
Sacó a relucir las difamadoras calumnias durante la campaña, unas de índole moral como en el caso del pretendido hijo ilegítimo con una indígena, en la que ella declaró que el niño había muerto, pero no supo señalar el lugar de su entierro. Otras, ligadas directamente con la corrupción de algún ministro de su gobierno.
Pensé que por desgracia seguro que tenían una base sólida. La corrupción y el poder parecen hermanados, el gobierno de Evo, aunque él tenga la aureola de honesto, no puede ser una excepción. Nadie de los tertuliantes habló de ello, pero en la actualidad las ovejas negras son el caballo de Troya de la oposición.
A la derecha se le perdona con facilidad los casos de corrupción (recordé el PP en España), pero a la izquierda se le supone defender unos valores éticos por encima de ambiciones económicas, al frustrase defraudan profundamente la ilusión y la confianza de los votantes.
Otro aspecto que dificulta su mandato es que la población indígena (excepto aimaras y quechuas) muestran un índice de participación muy bajo y en algunas partes del país controlado aún por los terratenientes o la iglesia. Recordaron el revuelo que se armó cuando Evo propuso la necesidad de que la iglesia pagara por su cuantiosa riqueza en propiedades, hasta ahora exenta. La religión es el poder fáctico conservador más importante de Bolivia y de la que parece imposible liberarse el pueblo, dijo el cubano.
No les gustó la idea a algunos que replicaron que la Merkel en Alemania hace cuatro legislaturas que está en el poder y no por ello se le puede atribuir el ser una dictadora, mientras que a Hitler le bastó tan solo una votación para demostrarlo. En todo caso, es mi opinión personal que no manifesté, las ideas no tendrían que asociarse solo a un líder, es el movimiento comunitario y sus valores los que tendrían que hacerlas avanzar con independencia del mayor o menor carisma de sus dirigentes. Pero según parece el rebaño humano necesita que lo pastoreen.
En La Paz sabría que el presidente estaba trabajando en la idea de revocar la consulta de cara a volver a poder presentarse. No me gusta la idea de una izquierda democrática incapaz de aceptar el mandato de las urnas. Pero recuerdo que en Europa, en Grecia, cuna de nuestra civilización y madre de la democracia, tampoco pueden dar ejemplo. De todas maneras, dudaba que por las buenas o por las malas la oposición se lo permitiera.
Dos años después se confirmarían los malos augurios.
La Higuera. 50 aniversario de la muerte del Che. 9/10/ 2017
Me volvió a despertar el tránsito de coches, aunque tan solo fueron cuatro. Llegué a la plaza cuando una comitiva formada por una docena de personas salía de visitar la “escuelita” a puerta cerrada, incluso la que custodiaba la entrada fue convidada a que saliera. Más tarde se expresaría ofendida al contármelo. Según parece la familia quiso vivir en intimidad aquel momento, me pareció justo. Reconocí a la hija de Ernesto, Aleida, el hermano pequeño, Juan Javier, un exguerrillero “Harry Pombo” y más tarde conocí el nombre del militar representante de la delegación cubana: Ramiro Valdés. Entraron en el recinto de la actual escuela y hospital (por llamarlo de alguna forma). En la expectativa de verlos salir se agruparon una cincuentena de personas. Lo hicieron los familiares sin prácticamente corresponder a los saludos y con prisas se dirigieron hacia los coches. El militar cubano fue el único que dedicó unos minutos para estrechar manos. A las diez de la mañana ya andaban de vuelta hacia Valle Grande, los actos de aquel día esperaban contar con sus palabras.
Aquella mañana llegaron muchas personas de forma anónima a la Higuera, especialmente bolivianos y bolivianas, gente sencilla que se paraba en la casa del telegrafista para ver la exposición fotográfica o peregrinar con devoción a la escuelita. Muchos dejaban banderas, flores u otras ofrendas al pie de las esculturas de la plaza. Yo también lo hice, pretendiendo dejar la bandera independentista allí, la volví a colocar. Un grupo reducido de bolivianos se aproximaron buscando comprender mi gesto. Uno en concreto requirió explicación, al hacerlo mostró conocer de lo que hablaba e incluso les explicó algunos detalles a sus compañeros. Se hermanó a mi causa exaltando el nacionalismo plurinacional Boliviano del que sentía muy orgulloso. Al final de la charla me propuso intercambiar las banderas. No pude negarme. Antes de despedirnos dijo:
―-Un pueblo sin voz es un pueblo oprimido, y un pueblo que la prohíbe un opresor.
Después de cenar nos congregamos alrededor del fuego una veintena de personas provenientes de Francia, México, Cuba, Chile, Argentina, Bolivia y nosotros dos en representación española, de Asturias y Cataluña.
La música armonizada por una guitarra y nuestras voces fue la protagonista y los mexicanos el alma de la fiesta. Me sentí transportado casi cincuenta años antes. En la década de los 70 las juventudes antifranquistas nos congregábamos en el campo alrededor del fuego, entonando canciones de Víctor Jara, Quilapayún, la nueva trova cubana o Lluis Llach, Raimón, Paco Ibáñez... con “Bella Chao” nos sentíamos partisanos, con “la estaca” emergía un sentimiento étnico, pero cuando aparecía la canción dedicada al comandante, supuraba un halo de orgullo heroico. Entendí que estaba en el lugar y compañía apropiada para recordar con dignidad y coherencia su muerte, pero no podía negar que el desencanto político y el valorar más la vida que las ideas, ya no producía la adrenalina de aquel tiempo, pero aún así permití a la utopía susurrar su hermoso sueño.
La Higuera. Marcha Obrera, minera y campesina. 8/10/2017
Me desperté a eso de las ocho al interrumpirse el silencio de la mañana por el tránsito de vehículos. Después de remirar con ansiedad y rabia las maletas, acepté definitivamente que el móvil lo había perdido. Cabreado conmigo mismo, no se puede ir por el mundo siendo tan descuidado, observaba que el pueblo se había llenado de fuerzas del orden: guardias de seguridad, militares y policías, todo estaba dispuesto para recibir la gran comitiva popular. Evo Morales lo haría en helicóptero, aterrizando en lo alto de una colina y desde allí se uniría a la comitiva, la mayor parte de ellos habían accedido en autocares aparcados cerca de la escuelita. Estaba claro que al margen de los guevaristas y las marchas bolivianas, hoy tocaba al gobierno rendir homenaje al comandante en la Higuera, al día siguiente lo harían en Vallegrande, con previsión de reunir una gran multitud a la que dirigirse con la participación internacional de personalidades, especialmente cubanas.
Después de colocar la bandera de Cataluña en el conjunto escultórico principal, me dirigí a la casa del telegrafista para desayunar, observando que la cocinera estaba agobiada frente a la demanda de tantos clientes, gran parte en pie. Los mejicanos me dieron asilo y gracias a ellos degusté, al margen de su divertida compañía, el completo desayuno que se ofertaba. Cuando ya era multitud lo que se congregaba en el patio oímos sobrevolar un helicóptero, anunciaba que el presidente llegaba y que en pocos minutos, desde un par de kilómetros, comenzaría la marcha.
La columna la encabezaban las centrales obreras (mineros) y las agrupaciones indígenas, situando a Evo Morales rodeado de mineros, detrás de ellas. El presidente entrelazaba las manos con todos aquellos que se terciaban a su paso, incluso uno de los mejicanos lo abrazó y al otro le extendió la mano, más tarde lo relatarían emocionados.
La multitud se agolpaba en la pequeña y ascendente plaza a la espera de que “Ego Morales”, apodo que le dispuso mi anfitriona en Samaipata, dijera algunas palabras, pero se las reservó para el día siguiente y la decepción reinó en el ambiente, aunque no por ello dejó de exaltarlo.
Inés, la cooperante asturiana, logró hacerle una foto en la proximidad, momento de apretujones y éxtasis que aprovechó alguien para robarle la cartera. Me la encontré en el desespero y el llanto frente a tal infortunio. Nos acercamos a megafonía en el intento de transmitir la necesidad de su devolución, aceptando que se quedara el ladrón el dinero, pero los documentos y la medicación se formulaba imprescindible su devolución. Muchos “revolucionarios” acudieron a darle consuelo, discursos por megafonía de ética y solidaridad, arengando recuperar lo sustraído, incluso un robusto y bien uniformado militante (creo que cubano) le dio 200 pesos bolivianos (unos 25 euros, suficientes para salir de la Higuera y comer algo hasta entonces), un gesto que se completó con múltiples muestras de solidaridad; el médico cubano de la Higuera,, buscó en su gran saco de medicinas (el saco es la única farmacia del pueblo) encontrando remplazo para la medicación.
Cuando el presidente y parte del peregrinaje se trasladó a la escuelita, lugar de ejecución del comandante, buscamos sin éxito por los alrededores. Después de casi media hora, resignados dejamos de buscar, para dirigirnos a comer unos espaguetis sin salsa que cocinaría Inés y yo aportaría el chocolate de postre. Por el camino, mostrando gran intuición, Inés habló con uno de los muchachos del pueblo, rogándole que si la encontraba él o algún amigo dejara el aviso en la “casa del telegrafista”.
Por la tarde hice una pequeña siesta mientras Inés optaba por una excursión con Jean-Pierre y un argentino, supongo que para sacar la rabia acumulada, entre otros motivos. Cuando me levanté decidí explorar los alrededores del lugar, unos espacios que me hicieron rememorar lugares que creí de otro tiempo, pero su latido expresaba el estar muy vivo. Lo hice tan lento el tránsito que el atardecer se presentó enrojecido entre densas nubes que ensombrecían a sus pies el espectacular paisaje verde.
Una vez llegó Inés se puso a preparar algunas cosas en su habitación, yo me dirigí a la casa del telegrafista, lugar en que me comunicaron nada más llegar que un muchacho había encontrado la cartera.
Gocé al ver la cara de felicidad que puso Inés al saberlo, aunque estuviera dentro de una maloliente bolsa y sin el dinero, ya que había sido encontrada taponando el water de un bar. Se marchó saltando de alegría a lavarla, mientras yo me dedicaba a contemplar con más detalle la exposición fotográfica en la casa del telegrafista.
Jean Pierre me acompañó en la visita, documentándome las imágenes y los lugares, así aprecié las reformas de la casa del telegrafista y las últimas imágenes de la guerrilla. En la quebrada del Yuro, ―lugar que pensaba visitar al día siguiente― era la zona en la fue sorprendida la guerrilla, pero el arresto del comandante se produjo en otro lugar, cuando intentaba huir con el “indio” mal herido (no al revés como se intentó difundir, buscando, con su pretendida muerte en combate, ocultar el asesinato). Me sorprendió la casualidad de descubrir en sepia, la casa que yo habitaba tras la imagen de un guerrillero apresado por el ejército (se dice que fue una forma elegante de desertar frente a la eminente caída de la guerrilla).
Conocí por Jean Pierre junto con los documentos gráficos que lo acreditaban el papel de la casa del telegrafista en la contienda, su total abandono posterior y la restauración efectuada por ellos.
La conversación fue interrumpida al indicarme que tenía una llamaba telefónica.
Desconcertado cogí su móvil y escuché con entusiasmo la voz de Teresa, comunicándome que al ir a devolver el coche en el aeropuerto de Santa Cruz se encontró mi móvil. Salté de alegría y acordamos, en eterno agradecimiento, que me lo enviarían por correo al hospedaje previsto en Sucre.
Por la noche celebré la doble suerte con Inés, compartiendo una humilde cena, consistente en un pequeño bocadillo y una cerveza en el único lugar del pueblo en el que aún quedaba algo sólido para servir.
Apareció el muchacho, protagonista del encuentro de la cartera, junto con un amigo y su hermano. Inés en agradecimiento le regaló un estuche de lápices de colores y el muchacho, espabilado y extrovertido, con alegría y soltura nos contó sus andaduras escolares. El curso siguiente iniciaría si todo va bien el segundo grado, por lo que tendría que ir a un internado de Vallegrande. Su objetivo era ser mecánico de coches. Su hermano que lo acompañaba, un año mayor, no manifestó interés por nada en concreto, ni por los estudios. Todos les deseamos poder cumplir con su sueño, incluso un “coquero” que con una bola almacenada en su moflete y más alcohol de la cuenta se había añadido a la conversación.
Por él me enteré que la escuela cerraba el último día de mes, para que los maestros pudieran ir a Vallegrande a cobrar directamente del banco, algo normal en las pequeñas comunidades de Bolivia. También supe que la red eléctrica pública se había dispuesto aquellos días (todos funcionaban con generadores, depósitos de agua y la conexión de wifi nunca superaba los 2G.). Preveían que cuando se acabaran los eventos también terminaría el servicio del alumbrado público.
No era fácil la vida en aquel pueblito, aunque el Che lo pusiera en el mapa, su ruta necesitaba con urgencia muchos arreglos, probablemente demasiados.
Los últimos días de la guerrilla
La segunda fogata nocturna, con la pérdida de algunos compañeros y la aparición de nuevos, se presentó más seria. Después de exponer cada uno las motivaciones que nos habían llevado allí, se alentó el profundizar mediante el debate sobre el documental visionado durante la cena, para acabar analizando la situación política actual del gobierno boliviano. Pretendo hacer un pequeño resumen de los contenidos más significativos de la larga noche, pero señalo previamente la presentación de los mejicanos.
El “guaje” que tanto interés mostró en conocer y dar su opinión sobre el problema catalán cumplía 50 años, es decir, había nacido el mismo día en el que asesinaron al guerrillero. Con gran humildad explicó que con su amigo decidieron en un principio ir a celebrarlo a las Vegas, pero por diferentes razones y casualidades no pudieron ir y en curiosa contradicción se hermanaron con la idea de unas comprometidas amigas de llegar hasta aquí. Expresó agradecimiento al destino, ya que nunca se imaginó celebrarlo con este nivel de emociones y rodeado por la auténtica hermandad guevarista, entre otras cosas resaltó el haber podido estrechar la mano al presidente Evo Morales. La hermandad encontrada aquí hizo que teniendo el grupo el alojamiento en Valle Grande, lo abandonaran, junto con parte de su equipaje, alquilando otro aquí. Brindamos por la emoción de compartir aquellas dos noches y su cumpleaños. La explicación y el sentimiento que le puso el mejicano (por desgracia olvidé su nombre) hizo que la tertulia estallara en un emotivo aplauso y brotara alguna lágrima.
Habían pasado a la hora de la cena un vídeo inédito (nosotros lo veríamos completo al día siguiente) de una entrevista con David Alarcón “Benigno”, el único guerrillero cubano que había participado anteriormente en todas las campañas del Che y que sobrevivió junto a dos guerrilleros bolivianos. Disidente en el 94 del gobierno cubano residiría en París como refugiado hasta su muerte en 2016. Explicaba en el documental de forma detallada los últimos momentos de la guerrilla y el cómo lograron escapar. Revelaba la desesperante situación en la que se encontraron, un cerco que cada vez se estrechaba más sobre una guerrilla mermada en miembros e incapaz de conseguir la más mínima adhesión del campesinado (nada que ver con la campaña cubana). La situación era tan desesperante, sin comer, dormir, descalzos y agotados, que prácticamente el grito de guerra: victoria o muerte, se redujo a la espera de lo segundo, según Benigno.
Las primeras aportaciones de los tertulianos se refirieron a los graves errores tácticos cometidos, al situarse en una zona poco poblada, con asentamientos aislados de poblaciones guaraníes, y en general un campesinado mestizo sumiso y sin conciencia de clase.
Aunque el partido comunista boliviano situó la disidencia con el Che en un problema de mando, todos los presentes asumían que ligado y financiado por Moscú, recibieron la orden de abandonarlo. Hacía tiempo que molestaban sus manifestaciones próximas al PC chino (una revolución eminentemente campesina, según él más cercana a la realidad sudamericana) y una crítica sin tapujos a las cadenas institucionales que imponía la Unión Soviética, que por otra era la que mantenía la revolución cubana. En realidad nadie lo dijo, pero se presumía que les era más útil muerto que vivo.
Se expuso que la zona nunca fue del gusto del comandante, aunque tampoco previno el poco apoyo de la población. Lo convenció la posibilidad, dada la proximidad geográfica, de establecer un puente con los comandos de Argentina y Chile. Sabía que triunfando la revolución en Bolivia, sin aliados alrededor duraría bien poco. A la vez proyectaba una de sus grandes ilusiones: instaurar un estado revolucionario en su patria. Todo quedó pronto en un sueño al desarticularse los movimientos de Salta, Tucumán y Córdoba. Precipitándose los malos presagios con el arresto, tortura y juicio de Régis Debray y Ciro Bustos en Camiri (capital del petróleo boliviano), población cercana al campamento base de los guerrilleros. El intelectual francés reconoció bajo tortura la presencia del Che y lo situó en la proximidad de Lagunillas (lugar en el que se producirían los primeros enfrentamientos y las primeras bajas), mientras que el dibujante argentino ponía rostro a los guerrilleros.
Al hablar de los guerrilleros que componían el comando, el feminismo del grupo mejicano reivindicó con razón y argumentos, la figura de Tania (nombre de guerra de Tamara Búnker). Conocida por ser la única mujer en la guerrilla boliviana, su lealtad revolucionaria y su valor aún estaban sin el justo reconocimiento de sus acciones.
Nacida en Argentina en 1937, de padre alemán y madre polaca, miembros del partido comunista regresaron a la RFA en el 52, donde se doctoró en la facultad de letras de Humboldt, trabajando de instructora de tiro deportivo. Más tarde se licenciaría en periodismo en la Universidad de la Habana, junto con una formación amplia en música (piano, guitarra y acordeón) e idiomas (alemán, español, francés e italiano). Realiza diferentes viajes por América y África, junto con diferentes estudios sobre folclore. En el 55, a la edad de 18 años se alistó al Partido Socialista Unificado de Alemania Oriental, incorporándose en 1960 a ciertas actividades de espionaje, año que conocería al Che en Alemania.
Invitada por Cuba por el ballet nacional decide quedarse a trabajar para la revolución cubana (en contra del criterio de servicio de inteligencia alemán). Trabajó en el Ministerio de Educación, en el Instituto cubano de amistad con los pueblos y en la dirección de la federación nacional de la mujer cubana. En 1963 comienza a prepararse para trabajar en el servicio de inteligencia cubano, siendo su primera misión Bolivia. Con el nombre de Laura Gutiérrez, establece amistad con diferentes personalidades militares y de la alta oligarquía, incluso con el propio presidente y el ministro de defensa. Llega a organizar eventos folclóricos y se casa con un ingeniero electrónico (el novio oficial en cuba era el guerrillero mulato Ulises Estrada) facilitando un pasaporte boliviano y mayor libertad de movimientos. Se incorpora por decisión propia a la guerrilla, con la oposición del propio Che que no pudo evitar su tozuda decisión de participar directamente en la contienda. Un mes después el comandante decide dividir el grupo (una táctica que alcanzó buenos resultados en Cuba, aquí fue un craso error), en el otro grupo iba Tania, son acorralados en vado del Yeso cruzando el río Grande, su cuerpo atravesado por una bala será transportado río abajo un mes antes del arresto y ejecución de Ernesto..
Se recordó con orgullo que en 1952 el MNR realizó en Bolivia la primera revolución americana, antecesora a la cubana. En su segundo largo viaje de juventud, Ernesto vivió con Calica en La Paz el inicio de aquella revolución. Se nacionalizaron grandes empresas mineras, el sufragio se proclamó universal integrando a los indígenas y a las mujeres, se produjo la reforma educativa y la primera reforma agraria americana. Por primera vez en la historia el campesino, con una gran base indígena, era dueño de las tierras que labraba (no fue el caso, entre otros, del pueblo guaraní, recordé).
Fue la única revolución que apoyaría en su inicio EEUU, cobrando tal era de prever un alto precio en deuda, mientras tejía en las sombras el golpe de Estado de 1964. El campesino temió perder lo poco adquirido y continuó en la silenciosa sumisión que le ha caracterizado durante siglos. Por lo que la guerrilla no tuvo ningún apoyo, más bien todo lo contrario.
Recordé las palabras de aquel anciano indígena que decía haber dejado el tabaco, pero que cada vez que nos lo encontrábamos estaba fumando, afirmando que con su muerte, convirtiéndolo en mártir, el gran valor del Che había sido dar conciencia de clase al indígena, hasta entonces su lucha siempre fue étnica y comunal, pero nunca de clase..
Supe que la asamblea del pueblo guaraní es la promotora de la ruta del Che para la memoria histórica y el turismo, siendo curioso también que el ejército que lo había asesinado otorgara hoy apoyo a dicha promoción. De todas maneras, en La Paz sabría que una parte del ejército Boliviano había conmemorado el aniversario de su muerte de una manera diametralmente opuesta.
EVO y la reelección presidencial
El joven cubano, único médico del pueblo, modificó el tema al inaugurar uno basado en el presente nacional y su presidente, manifestando el no entender el rechazo de la población a su reelección, cuando los cambios que se estaban produciendo en el país, nunca habían sido tan profundos para la clase obrera y el campesinado.
Sacó a relucir las difamadoras calumnias durante la campaña, unas de índole moral como en el caso del pretendido hijo ilegítimo con una indígena, en la que ella declaró que el niño había muerto, pero no supo señalar el lugar de su entierro. Otras, ligadas directamente con la corrupción de algún ministro de su gobierno.
Pensé que por desgracia seguro que tenían una base sólida. La corrupción y el poder parecen hermanados, el gobierno de Evo, aunque él tenga la aureola de honesto, no puede ser una excepción. Nadie de los tertuliantes habló de ello, pero en la actualidad las ovejas negras son el caballo de Troya de la oposición.
A la derecha se le perdona con facilidad los casos de corrupción (recordé el PP en España), pero a la izquierda se le supone defender unos valores éticos por encima de ambiciones económicas, al frustrase defraudan profundamente la ilusión y la confianza de los votantes.
Otro aspecto que dificulta su mandato es que la población indígena (excepto aimaras y quechuas) muestran un índice de participación muy bajo y en algunas partes del país controlado aún por los terratenientes o la iglesia. Recordaron el revuelo que se armó cuando Evo propuso la necesidad de que la iglesia pagara por su cuantiosa riqueza en propiedades, hasta ahora exenta. La religión es el poder fáctico conservador más importante de Bolivia y de la que parece imposible liberarse el pueblo, dijo el cubano.
No les gustó la idea a algunos que replicaron que la Merkel en Alemania hace cuatro legislaturas que está en el poder y no por ello se le puede atribuir el ser una dictadora, mientras que a Hitler le bastó tan solo una votación para demostrarlo. En todo caso, es mi opinión personal que no manifesté, las ideas no tendrían que asociarse solo a un líder, es el movimiento comunitario y sus valores los que tendrían que hacerlas avanzar con independencia del mayor o menor carisma de sus dirigentes. Pero según parece el rebaño humano necesita que lo pastoreen.
En La Paz sabría que el presidente estaba trabajando en la idea de revocar la consulta de cara a volver a poder presentarse. No me gusta la idea de una izquierda democrática incapaz de aceptar el mandato de las urnas. Pero recuerdo que en Europa, en Grecia, cuna de nuestra civilización y madre de la democracia, tampoco pueden dar ejemplo. De todas maneras, dudaba que por las buenas o por las malas la oposición se lo permitiera.
Dos años después se confirmarían los malos augurios.
La Higuera. 50 aniversario de la muerte del Che. 9/10/ 2017
Me volvió a despertar el tránsito de coches, aunque tan solo fueron cuatro. Llegué a la plaza cuando una comitiva formada por una docena de personas salía de visitar la “escuelita” a puerta cerrada, incluso la que custodiaba la entrada fue convidada a que saliera. Más tarde se expresaría ofendida al contármelo. Según parece la familia quiso vivir en intimidad aquel momento, me pareció justo. Reconocí a la hija de Ernesto, Aleida, el hermano pequeño, Juan Javier, un exguerrillero “Harry Pombo” y más tarde conocí el nombre del militar representante de la delegación cubana: Ramiro Valdés. Entraron en el recinto de la actual escuela y hospital (por llamarlo de alguna forma). En la expectativa de verlos salir se agruparon una cincuentena de personas. Lo hicieron los familiares sin prácticamente corresponder a los saludos y con prisas se dirigieron hacia los coches. El militar cubano fue el único que dedicó unos minutos para estrechar manos. A las diez de la mañana ya andaban de vuelta hacia Valle Grande, los actos de aquel día esperaban contar con sus palabras.
Aquella mañana llegaron muchas personas de forma anónima a la Higuera, especialmente bolivianos y bolivianas, gente sencilla que se paraba en la casa del telegrafista para ver la exposición fotográfica o peregrinar con devoción a la escuelita. Muchos dejaban banderas, flores u otras ofrendas al pie de las esculturas de la plaza. Yo también lo hice, pretendiendo dejar la bandera independentista allí, la volví a colocar. Un grupo reducido de bolivianos se aproximaron buscando comprender mi gesto. Uno en concreto requirió explicación, al hacerlo mostró conocer de lo que hablaba e incluso les explicó algunos detalles a sus compañeros. Se hermanó a mi causa exaltando el nacionalismo plurinacional Boliviano del que sentía muy orgulloso. Al final de la charla me propuso intercambiar las banderas. No pude negarme. Antes de despedirnos dijo:
―-Un pueblo sin voz es un pueblo oprimido, y un pueblo que la prohíbe un opresor.
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