LA MITA, EL CERRO RICO Y LA ESCLAVITUD



El término de “mita” en quechua significa “turno”. El imperio incaico aplicaba la mita a una parte de la población, varones entre los 18 y los 50 años que tenían la obligación de trabajar por turnos durante un determinado periodo de tiempo a favor del Imperio en la construcción de caminos, fortalezas, canales, fuentes, templos, acueductos etc., o sea, en todo lo relacionado con las obras públicas del gobierno y en la minería. En condiciones humanas de vida que nada tuvieron que ver con las que los europeos les impusieron, basadas en la explotación vejatoria.





El vIrrey Francisco de Toledo entre 1573 empezó a utilizar este sistema de trabajo con los pueblos indígenas. Se exigían el pago de unos tributos, pero estos no se cobraban en metales preciosos o especias como los primeros conquistadores (Colón, Cortés, etc..) sino mediante su explotación laboral. Se enviaba a una parte de la población indígena a un lugar fuera de su comunidad para trabajar un determinado periodo de tiempo, en principio una media de diez meses a cambio de un mínimo salario. Se deducía del total del salario diario la parte proporcional acordada en concepto de tributo, entregándoles el resto, los indígenas tenían que afrontar los gastos de manutención y alojamiento que cobraba el propio europeo, los cuales normalmente eran superiores al dinero que les quedaba, las deudas alargarían la prisión si lograba  llegar vivo a la finalización de su “turno”.



La Mita fue utilizada en la agricultura, el comercio, a manufactura textil y la minería. En cuanto a la agricultura fue en un principio destino de la mayoría, desarrollándose con las encomiendas, hasta que se introdujeron esclavos negros a mediados del siglo XVII, ya que el territorio colonial aumentaba, mientras que el de los indígenas se reducía al igual que su población y el comercio local se trasladaba al internacional.


En la región andina se crearon los obrajes, centros de producción de productos manufacturados, principalmente los tejidos de lana y algodón. Este tipo de mita comenzó a utilizarse en 1545 y concentraba a gran número de personas en condiciones insalubres, trabajando en sitios cerrados con enorme dificultad para respirar, sentados sobre el suelo o en un tronco en jornadas de 10 horas, básicamente mujeres y niños, pronto se fueron introduciendo también a los mestizos.



La minería se convirtió en el elemento clave para pagar las enormes deudas que la corona española contraía con los comerciantes y banqueros europeos, con el fin de sufragar los gastos de los distintos frentes de guerra durante dos siglos, que en todas acabó siendo vencido y en la ruina, mientras los prestamistas genoveses se frotaban las manos, tal denunció en su día Quevedo. 

Debido a ello, la mayor cantidad de indígenas se derivaron hacia las minas, principalmente la de Potosí, donde el propio Virrey Toledo calculaba que debían de llegar anualmente alrededor de 13.500 indígenas (un tercio de las poblaciones indígena) en tres grupos de 4.500 personas, alternando tres semanas de trabajo por tres de descanso, la razón era evitar el exterminio de la población. Las duras condiciones de trabajo, con jornadas laborales de entre doce y dieciséis horas de media en las que  tenían que excavar y  transportar el mineral  hasta los centros de procesamiento, provocando en un principio que la mortandad fuera altísima. 


Para remediar la situación de falta de mano de obra, a principios del siglo XVII se piensa en el africano, en un principio más vigoroso y al que no se le tenía que aplicar la mita. Se decide pedir al rey poder traer entre 3000 a 4000 esclavos africanos por año. Concedida de forma inmediata hay referencias de las primeras remesas, pero no los años que duró, se cree que al menos durante cuarenta años se mantuvo esta cantidad anual. La cantidad de esclavos en la ciudad no bajó hasta revelarse próximo el  agotamiento de la mina.



Se calcula que desde 1545 hasta 1625 murieron más de un millón de indígenas (mitayos), llegando a sobrepasar los tres a lo largo de su historia. Inicialmente la razón fueron las duras condiciones de trabajo, la mala alimentación y en especial la toxicidad de los gases subterráneos y de otros metales (zinc, plomo...) y el mercurio, un potente veneno utilizado desde 1575 en la limpieza de la plata. Trabajaban hasta 16 horas extrayendo rocas con sus manos y los transportaban kilómetros a cuestas. Morían como moscas en los constantes derrumbes en un cerro que a más de 4000 metros de altura estaba permanentemente sacudido por el gélido viento del altiplano. Cuando se revelaban imperaba sin compasión la ley del trabuco (curiosamente no hay ninguna referencia escrita de tales circunstancias, aunque sí en la memoria indígena). Según parece los españoles no se molestaban en sacar los cadáveres bajo los escombros, por ello siempre sobrevolaban buitres sobre el cerro. 


Antes de 1626, cuando entran de forma masiva los esclavos africanos desde las Antillas, ya había una notable cantidad de ellos propiedad de nobles y ricos comerciantes atraídos por la riqueza de Potosí, muchos se venderían para trabajar en la casa de la moneda. Cuando llegan los esclavos para trabajar en las minas, a éstos se les adjudica su permanencia durante meses dentro de la oscuridad del lugar, así, cuando salen (los que tienen la suerte de hacerlo) se les tendrá que vendar los ojos para que La Luz no les produzca ceguera. Imaginaros lo que representó a esos seres humanos que vivían en el trópico a una altura nunca mayor de 300 metros sobre el mar, el ser encerrados en la oscuridad a 4000 metros y el frío constante. Los dejaron sin identidad (el nombre se lo adjudicaba el dueño), sin cultura, lengua, familia...  


Tuvieron que pasar dos décadas para que frente a la poca durabilidad del esclavo se modificaran las cosas, organizando el trabajo en turnos semanales. Fueron utilizados incluso como animales de carga, les salía más rentable un africano que una mula. Su promedio de vida en esas condiciones se determinó en unos siete años.


Aunque la República contrajo el compromiso de acabar con la esclavitud, en Potosí pasarían treinta años para que se hiciera efectiva, cuando de las minas ya no salía plata.  Se dice que entonces decidieron los afrobolivianos ir al norte, a la zona de los Yungas, con una temperatura tropical y un medio selvático. La pregunta que me hago es quién los envió y con qué propósito, ya que nada más llegar tuvieron que trabajar en semi esclavitud, es decir, sin sueldo, a cambio de comida y alojamiento para los terratenientes de la zona que tenían falta de mano de obra. Pasaría casi un siglo (1952) para hacerse realmente efectiva y total la abolición de la esclavitud en Bolivia.


Se le tilda de exagerado a Eduardo Galeano, uno de los mayores escritores de América latina del siglo XX, por denunciar en su libro:”las venas abiertas de América Latina” (interesante sería que nuestro rey se lo leyera), que murieron cerca de ocho millones entre mitayos indígenas y esclavos africanos por la plata del Cerro Rico.

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